José de Anchieta, apóstol del Brasil
La Iglesia tiene un nuevo santo: el jesuita canario José de Anchieta, misionero en Brasil
El Papa Francisco acaba de firmar el decreto de canonización del jesuita José de Anchieta, Apóstol del Brasil. El 24 de abril el Papa Francisco presidirá una eucaristía de acción de gracias en la iglesia romana de San Ignacio. Misionero jesuita nacido en la localidad tinerfeña de San Cristóbal de la Laguna en 1534, dedicó su vida a la evangelización y defensa de los derechos de los indígenas.
Los jesuitas de Canarias se suman a las celebraciones de acción de gracias.
El Papa acaba de firmar el decreto de canonización del Beato José de Anchieta, junto con el de otros dos beatos: la mística misionera, María de la Encarnación (Guyart) y el obispo, Francisco de Montmorency-Laval. Los tres, junto con el Hermano Pedro y la joven Catalina Tekakwitha, habían sido beatificados en 1980 por Juan Pablo II. Según la diócesis nivariense el Papa explicó a los obispos de las provincias eclesiásticas de Sevilla y Granada, entre las cuales se encuentran las dos diócesis del archipiélago, el pasado 8 de marzo en su visita “ad limina”, que estos tres nuevos santos se presentaban como paradigmas, modelos de la evangelización de América, tanto del norte como del sur. Con San José de Anchieta, 53 son los santos jesuitas.
La Iglesia romana de San Ignacio acogerá el próximo jueves 24 de abril a las 18 horas, la Misa de acción de gracias por la canonización del Padre Anchieta que será presidida por el Papa Francisco y en la que estará presente el obispo nivariense, D. Bernardo Álvarez.
La canonización de Anchieta se trata de una “canonización equivalente” o extraordinaria, que no está fundada en un milagro reciente del beato y que acontece cuando el papa reconoce y ordena el culto público y universal de un siervo de Dios, sin haber pasado por el procedimiento ordinario de la canonización formal, porque la veneración al santo ha sido realizada desde antiguo y de forma continua por la Iglesia.
San José de Anchieta
De ascendientes vascos (Juan de Anchieta), emparentado con San Ignacio de Loyola, José de Anchieta nació el 19 de marzo de 1534 en San Cristóbal de La Laguna. Tras su formación inicial en Canarias, su familia lo envió a la Universidad de Coimbra (Portugal) regentada por los jesuitas. Tras su ingreso en la Compañía de Jesús, alentado por las cartas de San Francisco Javier, pide ser enviado a misiones.
Desde 1553, en que llega a Brasil acompañando a su amigo y provincial P. Manuel de Nóbrega, comenzará su misión empeñado en atender a los pueblos indígenas, aprendiendo su lengua y adoptando muchas de sus costumbres. Pondrá en marcha una misión en Piratininga (la actual Sao Paulo) con objeto de ofrecer formación muy práctica a las comunidades indígenas: artesanía, construcción, alimentación, medicina, evangelización, escritura.
Su afán de paz y de servicio a todos, incluyendo a quienes podían considerarse sus enemigos en diferentes conflictos bélicos de los que fue testigo, al igual que su notorio afán de aprendizaje con investigaciones sobre la naturaleza del entorno o su notable talento literario (poesía, narrativa, teatro) han hecho de él un ejemplo digno de nuestra memoria y de nuestro reconocimiento.
José de Anchieta SJ fue uno de los inspiradores de un modelo de evangelización respetuoso con los pueblos y las culturas indígenas, y debemos situarlo en la estela de otros muchos grandes hombres, como los dominicos Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas, o el jesuita Ruiz de Montoya. No es extraño que posteriormente, otros grandes jesuitas canarios (José Arce Rojas o Francisco Díaz Taño) desempeñasen un papel fundamental en el desarrollo de las misiones jesuitas entre guaraníes (actualmente Paraguay, Brasil y Argentina) y chiquitos (actualmente Bolivia).
Película San Francisco de Asís
SAN AGUSTÍN DE HIPONA
Fiesta: 28 agosto
Nació el 13 de noviembre del año 354, en el norte de África. Por su extraordinaria inteligencia sus padres lo enviaron a estudiar a Cartago. Allí estudió retórica y filosofía y vivió una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y de libres costumbres. A los 17 años se unió a una mujer y con ella tuvo un hijo, al que llamaron Adeodato. En su búsqueda de la verdad se unió a la secta Maniquea.
En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por san Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.
Santa Mónica, su madre, trataba de convertirlo a través de su constante oración y sacrificios. Lo siguió hasta Milán porque quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.
Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse. Al final se convirtió en el año 387, a los 33 años. Se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo Adeodato, que tenía 15 años. Adeodato murió poco tiempo después.
Agustín se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana y regresó a África, En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por san Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida. Fundó también una rama femenina.
Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “La Ciudad de Dios”.
Murió enfermo en el año 430.
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el siglo XIV, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
En ese tiempo estalló la peste de tifus y la gente se moría por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados.
Un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario. Entonces un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre enfermo en el bosque. Se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado Roque volvió a Montpellier, pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas. Murió el 15 de agosto de 1378.
En Milán, obtuvo la Cátedra de Retórica y fue muy bien recibido por san Ambrosio, el Obispo de la ciudad. Agustín, al comenzar a escuchar sus sermones, cambió la opinión que tenía acerca de la Iglesia, de la fe, y de la imagen de Dios.
Santa Mónica, su madre, trataba de convertirlo a través de su constante oración y sacrificios. Lo siguió hasta Milán porque quería que se casara con la madre de Adeodato, pero ella decidió regresar a África y dejar al niño con su padre.
Agustín estaba convencido de que la verdad estaba en la Iglesia, pero se resistía a convertirse. Al final se convirtió en el año 387, a los 33 años. Se dedicó al estudio y a la oración. Hizo penitencia y se preparó para su Bautismo. Lo recibió junto con su amigo Alipio y con su hijo Adeodato, que tenía 15 años. Adeodato murió poco tiempo después.
Agustín se hizo monje, buscando alcanzar el ideal de la perfección cristiana y regresó a África, En el año 391, fue ordenado sacerdote y comenzó a predicar. Cinco años más tarde, se le consagró Obispo de Hipona. Organizó la casa en la que vivía con una serie de reglas convirtiéndola en un monasterio en el que sólo se admitía en la Orden a los que aceptaban vivir bajo la Regla escrita por san Agustín. Esta Regla estaba basada en la sencillez de vida. Fundó también una rama femenina.
Fue muy caritativo, ayudó mucho a los pobres. Durante los 34 años que fue Obispo defendió con celo y eficacia la fe católica contra las herejías. Escribió más de 60 obras muy importantes para la Iglesia como “Confesiones” y “La Ciudad de Dios”.
Murió enfermo en el año 430.
SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA
Fiesta: 27 de febrero
El 1 de marzo de 1838 nació en el pequeño pueblo de Asís (Italia) un niño llamado Francisco Possenti, quién al quedar huérfano de madre a los cuatro años, se trasladó con su familia a Spoleto.
Francisco era un muchacho guapo, muy alegre y cariñoso. El 22 de agosto de 1856 estaba asistiendo a una procesión de la Virgen, cuando sintió que María le hablaba al corazón para hacerle un llamado y una invitación: "Francisco, el mundo ya no es para ti, te espera la vida religiosa". Siguiendo ese llamado, el 10 de septiembre de 1856 entró en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata) y tomó el nombre religioso de “Gabriel de la Virgen Dolorosa”. Tenía solo 18 años. Su entrega fue con todo su corazón y en la vida religiosa encontró su felicidad. En su breve pero fructífero tiempo como religioso, Gabriel se caracterizó por su piedad, su infatigable vida de oración y penitencia. Sus mayores amores eran Jesús Crucificado, la Eucaristía y la Virgen María.
En la mañana del 27 de febrero de 1862, con tan sólo 24 años de edad, Gabriel, sumido en éxtasis de amor y rodeado por los religiosos que lloraban junto a su lecho, enfermo de tuberculosis, abandonó la tierra y fue al cielo, invitado por la Virgen María.
Fue canonizado por el papa Benedicto XV en 1920.
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
Fiesta: 8 de agosto
Nació en Caleruega, España, en 1171. A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. Era un joven muy culto y caritativo.Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario para dar a los pobres. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir).
En un viaje que hizo por el sur de Francia con el obispo, implementó una nueva forma de hacer misión para la época. Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo, que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo, y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.
Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Con sus compañeros formaron una comunidad religiosa.
Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas del santo.En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de Predicadores. Murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia.
En un viaje que hizo por el sur de Francia con el obispo, implementó una nueva forma de hacer misión para la época. Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo, que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo, y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.
Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Con sus compañeros formaron una comunidad religiosa.
Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas del santo.En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de Predicadores. Murió el 6 de agosto de 1221 en Bolonia.
SAN ROQUE
Fiesta: 16 de Agosto
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el siglo XIV, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
En ese tiempo estalló la peste de tifus y la gente se moría por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados.
Un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario. Entonces un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre enfermo en el bosque. Se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado Roque volvió a Montpellier, pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas. Murió el 15 de agosto de 1378.
San Bruno
Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes.
Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés.
Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He sido juzgado". La segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He sido condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso.
Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo.
eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.
Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad.